El Tiro por la Culata.
Este artículo está motivado por una gaita que escuché de Ovejas, Sucre, Colombia y que se relacionaba con las creencias que los latinos tenemos por los presagios que un ave puede dar a conocer a través de su canto. En este caso, se refiere al Yacabo, un pájaro que con su canto predice la desgracia.
No recuerdo el nombre del vecino de un pueblo de los Montes de María, quizás, se llamaba Leandro.
Este buen hombre, alto, moreno, buen peón, conocedor del tramiento de enfermedades y de picados de culebra, llegó un día de su trabajo, que consiste en el cultivo de tabaco y como siempre, se acercó a un lado de la casa de barro y techo de paja y en una de las esquinas, colgó su mochila y con el pie derecho, aun con la abarca puesta, bajó la correa de la de la izquierda y después con el pie izquierdo en el piso polvoriento, se quitó la otra.
Luego, se dirigió hacia dentro de su hogar en dirección a la hamaca, pero antes de descolgarla, escuchó uno de los cantos del yacabo, pero su canto le generó la idea de que el verano se iba a extender y que el ave no podía soportar el calor. Después, de esos segundos de duda, continuó con el propósito de descansar en su hamaca, pero de pronto, el yacabo cambió su canto y toda esa herencia supersticiosa se apoderó de Leandro ya que el pájaro estaba anunciado una muerte o tragedia. Iré a morir? Porque está sobre mi techo? Sin vacilar se dirigía hacia el rincón donde estaba su escopeta, compañera inseparable en los días de cacería y quizás para los tantos momentos de violencia que han envuelto a Los Montes de María, pero un frenazo repentino de un auto que se detenía frente a su puerta le hizo volverse y junto a Marcelino un vecino, salió a ver que era lo que sucedía. Del carro bajaron dos hombres trayendo en brazos a otro picado de culebra, sudoroso y temblando. Leandro lo miró, observó los dos agujeros de los colmillos del animal en la pierna de la víctima y en silencio se dijo, está vivo es por D-os. Rápidamente, señaló una vieja banca para que colocaran al herido. Luego se acercó e hizo varias cruces y balbuseó algunas palabras como si rezara. Después, se volteó hacia Marcelino para que calentar agua y que le trajera la navaja de capar ( se acostumbra a cortar los escrotos de los machos domésticos para esterilizarlos, extrayendo los testículos ) y que la pusiera en la olla hasta que el agua hirviera. Leandro esperó a que el agua llegara a un buen punto de evullición y le encomendó a Marcelino que hiciera una cruz en cada agujero de la pierna del picado de culebra. Éste, tomo la piel que rodeaba a cada agujero y apretándola, logró aumentar el nivel y así poder cortarla, el herido poco sintió ante su estado moribundo. Acto seguido, Leandro se acercó y con su boca chupó la sangre que emanaba de los agujeros. Y luego la escupió, como si con esa acción botara todo maleficio del cuerpo de la víctima. No conforme con lo que hacía, le encomendó a Marcelino que buscara la escopeta y que matara al yacabo que continuaba anunciado una tragedia. Por un lado la cruz, las oraciones o santiguos y por otro, el yacabo. Quizás, matando al ave podía darle más poder a sus procedimiento y a sus creencias religiosas.
La tarde, repentinamente, se tornó más oscura porque una nube cubrió el cielo como anunciando la cercana tragedia. Marcelino colocó dos cartuchos en la escopeta, como para descargar los dos cañones sobre el animal. Lentamente, salió al patio, apuntó y después de un estruendo que espantó a las gallinas y algunas cabras y quien sabe cuántos pájaros, el yacabo cayó en pedazos en el patio del rancho. Luego, Leandro con una leve sonrisa, dijo en voz alta: " el anuncio que decía su canto, era su propia fatalidad"
El título de esta historia, verdadera o falsa, nos adentra en las creencias de la gente que generación tras generación ha asimilado una combinación de religión y de ideas supersticiosas. Los pueblos cuando se vieron obligados a aceptar el cristianismo, se vieron en la necesidad de adaptar lo que antes conocían a lo que se les estaba trayendo de Europa, esto se refleja en la santería, que añade a varios santos e imágenes que no pertenecen a la religió católica para que en conjunto puedan realizar sus acciones.
Las fotos pertenecen al buscador de internet.
Este artículo está motivado por una gaita que escuché de Ovejas, Sucre, Colombia y que se relacionaba con las creencias que los latinos tenemos por los presagios que un ave puede dar a conocer a través de su canto. En este caso, se refiere al Yacabo, un pájaro que con su canto predice la desgracia.No recuerdo el nombre del vecino de un pueblo de los Montes de María, quizás, se llamaba Leandro.
Este buen hombre, alto, moreno, buen peón, conocedor del tramiento de enfermedades y de picados de culebra, llegó un día de su trabajo, que consiste en el cultivo de tabaco y como siempre, se acercó a un lado de la casa de barro y techo de paja y en una de las esquinas, colgó su mochila y con el pie derecho, aun con la abarca puesta, bajó la correa de la de la izquierda y después con el pie izquierdo en el piso polvoriento, se quitó la otra.
Luego, se dirigió hacia dentro de su hogar en dirección a la hamaca, pero antes de descolgarla, escuchó uno de los cantos del yacabo, pero su canto le generó la idea de que el verano se iba a extender y que el ave no podía soportar el calor. Después, de esos segundos de duda, continuó con el propósito de descansar en su hamaca, pero de pronto, el yacabo cambió su canto y toda esa herencia supersticiosa se apoderó de Leandro ya que el pájaro estaba anunciado una muerte o tragedia. Iré a morir? Porque está sobre mi techo? Sin vacilar se dirigía hacia el rincón donde estaba su escopeta, compañera inseparable en los días de cacería y quizás para los tantos momentos de violencia que han envuelto a Los Montes de María, pero un frenazo repentino de un auto que se detenía frente a su puerta le hizo volverse y junto a Marcelino un vecino, salió a ver que era lo que sucedía. Del carro bajaron dos hombres trayendo en brazos a otro picado de culebra, sudoroso y temblando. Leandro lo miró, observó los dos agujeros de los colmillos del animal en la pierna de la víctima y en silencio se dijo, está vivo es por D-os. Rápidamente, señaló una vieja banca para que colocaran al herido. Luego se acercó e hizo varias cruces y balbuseó algunas palabras como si rezara. Después, se volteó hacia Marcelino para que calentar agua y que le trajera la navaja de capar ( se acostumbra a cortar los escrotos de los machos domésticos para esterilizarlos, extrayendo los testículos ) y que la pusiera en la olla hasta que el agua hirviera. Leandro esperó a que el agua llegara a un buen punto de evullición y le encomendó a Marcelino que hiciera una cruz en cada agujero de la pierna del picado de culebra. Éste, tomo la piel que rodeaba a cada agujero y apretándola, logró aumentar el nivel y así poder cortarla, el herido poco sintió ante su estado moribundo. Acto seguido, Leandro se acercó y con su boca chupó la sangre que emanaba de los agujeros. Y luego la escupió, como si con esa acción botara todo maleficio del cuerpo de la víctima. No conforme con lo que hacía, le encomendó a Marcelino que buscara la escopeta y que matara al yacabo que continuaba anunciado una tragedia. Por un lado la cruz, las oraciones o santiguos y por otro, el yacabo. Quizás, matando al ave podía darle más poder a sus procedimiento y a sus creencias religiosas.
La tarde, repentinamente, se tornó más oscura porque una nube cubrió el cielo como anunciando la cercana tragedia. Marcelino colocó dos cartuchos en la escopeta, como para descargar los dos cañones sobre el animal. Lentamente, salió al patio, apuntó y después de un estruendo que espantó a las gallinas y algunas cabras y quien sabe cuántos pájaros, el yacabo cayó en pedazos en el patio del rancho. Luego, Leandro con una leve sonrisa, dijo en voz alta: " el anuncio que decía su canto, era su propia fatalidad"
El título de esta historia, verdadera o falsa, nos adentra en las creencias de la gente que generación tras generación ha asimilado una combinación de religión y de ideas supersticiosas. Los pueblos cuando se vieron obligados a aceptar el cristianismo, se vieron en la necesidad de adaptar lo que antes conocían a lo que se les estaba trayendo de Europa, esto se refleja en la santería, que añade a varios santos e imágenes que no pertenecen a la religió católica para que en conjunto puedan realizar sus acciones.
Las fotos pertenecen al buscador de internet.
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